miércoles, 19 de diciembre de 2012

DÁME CINCO PALABRAS... Y TE DEVUELVO UN RELATO



Y las palabras que propuso, allá por el mes de julio, el Consejo General de la Abogacía Española fueron: gazpacho, sinrazón, asistencia, ecuánime y yogur.
El resto de las reglas, las de siempre: no superar las 150 palabras y que el argumento versara sobre abogados.
Nuestro poeta de guardia activó ese resorte que tiene en su mente que le saca relatos como churros, y envió el que sigue:

DIETA
Para ser ecuánime, diré en mi defensa, que la dieta a base de verduras, gazpacho y yogur valió la pena, en contraposición a la sinrazón de hamburguesas y patatas fritas del Mcdonals entre juicios y despacho, a medio día. Ya no necesito la asistencia de mi pasante para ponerme la toga y vuelvo a entrar en la que me regaló mi mujer el día de la Jura… Hasta “la Loba” (Magistrada del Juzgado número 4 de lo Social, que hace honor a su apellido –Loba-  según las malas lenguas), me guiñó el ojo el lunes al terminar el juicio.
— “Vuelve a estar de muy buen ver, señor Letrado. Tendremos que quedar a tomar un café para que me cuente la dieta que está haciendo”— me dijo con una sonrisa picarona…

A mí me costó un poco más, pero también llegue a tiempo de enviar este:

POST MORTEM
Ella me asesinó envenenándome de una forma vil, rastrera y alevosa. Aprovechando mi debilidad por el gazpacho andaluz bien frío, fue generosa, como no lo había sido en su vida, colmándolo de veneno letal. Cegada por la sinrazón y por los celos infundados hacia mi carrera y, no tanto... hacia mi secretaria, elaboró cuidadosamente su plan. Comenzó una estricta dieta para peder peso, se apuntó al gimnasio, renovó su vestuario y contrató la asistencia del abogado más despiadado de la provincia para presentar, antes de su estocada final, ante su ecuánime señoría, una imagen desvalida y... la demanda de divorcio.
Y aquí me encuentro ahora, en la orilla de los que esperan. Se me ve relajado y con una sonrisa de paz en la cara. Mi ex me menospreció al pensar que me iría de este mundo sin jugar una última carta...¡Qué disfrutes de tu yogur con bífidus, cariño!

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