lunes, 26 de marzo de 2012


EN LOS ALBORES...

Esto eran tres idealistas: una pintora, un poeta y una amante de la escritura...
La pintora era feliz dándolo todo en cada uno de sus cuadros, y perfeccionista al máximo en cada ínfimo detalle; el poeta llegaba a desconectarse de la realidad, cuando la inspiración lo catapultaba al mundo de las rimas; y a la tercera, se le iluminaba una sonrisa en la cara cada vez que cerraba el círculo de alguno de sus relatos.
Los tres eran ajenos al mundillo de las editoriales o al de las galerías de arte, pero eso no importaba, al menos... al principio.
Un buen día, el poeta y la escritora se atrevieron a participar, no sin antes vencer sus más íntimos miedos y personales reservas, en un concurso de relatos. Convocaba, nada más y nada menos, que el Consejo General de la Abogacía Española, y hacían de jurados varios abogados y periodistas.
Los relatos debían cumplir varios requisitos, a saber:
1. Versar sobre abogados: eso era relativamente fácil, porque el poeta era abogado y la escritora licenciada en Derecho.
2. Tener una extensión máxima de 150 palabras: difícil, difícil, difícil...todo el mundo sabe que los formados en la disciplina jurídica son rolleros por naturaleza.
3. Contener obligatoriamente cinco palabras elegidas por el comité: ...esto era la guinda del pastel...
Y estos fueron los relatos con los que se estrenaron... por cierto, las palabras obligatorias eran: sospecha, procesión, planeta, fallo y pájaro...no estaban mal, ¿no?...


ABOGADO DE OFICIO

Recibí al pájaro que me había tocado por cliente del Turno de Oficio en mi despacho, con la clara sospecha sobre su culpabilidad. Después del juicio, el fallo era contundente. Había perdido, y me sentí el hombre mas frustrado del planeta. El fulano era un yonqui que había cometido un robo con fuerza por el procedimiento del tirón. Iba ciego de rohipnoles y cerveza. La remisión condicional no era posible y cumpliría la pena. Sacó un Fortuna de su arrugado paquete, me ofreció uno. Sacó un revólver del bolsillo trasero… di un respingo en mi sillón. Apuntándolo hacia el cigarrillo apretó el gatillo para encenderlo… “E un meshero, jajaja… tome fuego… ¿Qué se creía, que lo iba a matá, jajaja”… lo miré con cara de pasmo, después de removerme en mi sillón, a la vez que exhalaba una larga calada… “la procesión va por dentro” – pensé aliviado.


ABOGADO DE PRESTIGIO

La resolución de un caso importante, elevó a nuestro protagonista al punto álgido de su carrera de abogado. Respiró aliviado al leer por enésima vez el fallo de la sentencia, despojándose del peso del planeta que hasta entonces había llevado sobre sus hombros. ¡Había triunfado!... y se lo pensaba restregar por la cara, al pájaro de mal agüero de su socio.
Había terminado la oscura época de la sospecha y la duda. Ahora disfrutaría del prestigio; viviría a lo grande, sin reparar en gastos, comenzando por disfrutar de las merecidas Pascuas.
Nada podía estropear su momento de gloria, nada ...salvo la imagen del Jesús resucitado de la procesión, hablando con la rotunda voz de su profesor de derecho romano:
- Oiga, usted, el de la cuarta fila..., a dormir mejor se va a su casa. Entréguenos su examen, haga el favor, y a ver si en septiembre viene más espabilado.

El destino quiso que ambos relatos fueran seleccionados y publicados en la web del Colegio. Aquello supuso el pistoletazo de salida.
¿Se puede concebir más ilusión?...en aquel momento, no.




1 comentario:

  1. Es maravilloso!!!!, ahora entiendo porque fueron seleccionados esos relatos, me ha sabido a poco, quiero leer máaaaassssss.

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