martes, 13 de octubre de 2015

LA CHICA DEL TREN (PAULA HAWKINS)

¿Os acordáis de la película “La ventana indiscreta”?
James Stewart hacía de un reportero fotográfico que se veía obligado a guardar reposo por tener su pierna escayolada. Para escapar del aburrimiento observaba con unos prismáticos lo que ocurría en las viviendas de enfrente, y acababa sospechando de un vecino cuya mujer había desaparecido.

Cambiemos de escenario, subamos a un tren, el de las 8:04 con destino a Euston, desde Ashbury, y cambiemos a L. B. Jefferies por Rachel Watson, que de lunes a viernes observa por la ventanilla, cuando el tren se detiene en el semáforo, a una pareja que desayuna en la terraza de su casa. Fantasea con ellos poniéndoles nombres, inventándoles profesiones e imaginándoles protagonistas de una vida idílica, como la que ella recuerda haber tenido antes de su divorcio. Un buen día, Megan, que es el verdadero nombre de la mujer, desaparece y Rachel no puede dejar de implicarse.

A pesar de atravesar por una importante crisis personal, tener una gran adicción al alcohol que le provoca importantes lagunas mentales, haber sido despedida de su trabajo por acudir borracha y tratar mal a los clientes, y no ser capaz de reconducir su vida lejos de una caída libre hacia el más absoluto desastre, entre resaca y resaca, y entre metedura y metedura más profunda de pata, sorprendentemente, la mente de Rachel es de un razonamiento deductivo de lo más digno. Curiosamente, su apellido de casada que se empeña en conservar es Watson… no sé si como guiño al Doctor John H. Watson (amigo y compañero del más famoso personaje de Conan Doyle).

Rachel no es una protagonista que le ponga fácil la empatía al lector. Es alcohólica, mentirosa, entrometida, obsesiva, acosadora e incapaz de esforzarse para recuperar el control de su vida. Cuesta alrededor de cien páginas cogerle el punto para verla de otra manera, y empezar a recordar otra gran película: “Luz de gas” (Gaslight). La pieza teatral de Patrick Hamilton convertida por George Cukor en un clásico del thriller psicológico. En la Inglaterra victoriana, Ingrid Bergman (Paula) se casa con quien cree un famoso pianista (Charles Boyer), que no es sino un ladrón de joyas y cínico asesino (Gregory Anton o mejor dicho Sergis Sauber). La felicidad del comienzo se ve empañada cuando extraños sucesos en la casa a la que se mudan, junto a la presión psicológica del marido, la atormentan hasta el punto de hacerla creer que se está volviendo loca(Gregory irá mermando paulatinamente la moral y la salud mental de su esposa, haciéndole creer que es despistada y olvidadiza).

Como más curiosidades coincidentes, también en “Gaslight” aparecen un inspector de policía y su pupilo, Y Patrick Hamilton era, al igual que Cornell Woolrich, alcohólico. La diferencia es que su relato “It had to be murder” adaptada al cine como “La ventana indiscreta” pasó prácticamente desapercibido (que no la película), al contrario que “La chica del tren”, calificada por algunos como el libro del año, aunque no me atrevería a decir yo tanto.

Entre las cosas que enganchan del libro está el que esté escrito en forma de diario (una de las formas más sencillas de narrar, en mi opinión), y que alterne los personajes. Las diferentes visiones de los mismos hechos estimulan la curiosidad por averiguar la verdadera historia, para lo cual hay que seguir leyendo. El hecho de estar contado en presente, le da agilidad e inmediatez a la trama, aunque yo no aconsejaría abusar mucho de este recurso.

Lo menos bueno con respecto al argumento, es que al haber desarrollado tan pocos personajes las posibilidades de descubrir antes de hora quién es el “malo”, se incrementan; y lo regular con relación al “escribir bonito” es que, sobre todo al principio, los cambios de personaje se distinguen porque se indican, no porque se perciban las diferentes personalidades de cada uno.

Con todo y con eso, y al hilo de lo dicho, emborrachémonos de literatura y que la resaca sea cultura. Feliz lectura.

1 comentario:

  1. Esta novela en general me ha gustado, está escrita como un diario, que hace que la trama esté fresca y te obliga a leer más y más; quieres saber que ha pasado y quien es el culpable.
    No obstante, me ha defraudado bastante, todo el mundo hablaba de que era una de las novelas del año, cosa que me hacia pensar que seria uno de los libros indispensables que debía leer lo antes posible; pero al hacerlo me ha desilusionado un poco,la he leido y a otra cosa, no se la recomendaré a nadie, no es tan extraordinaria como me la habian vendido.

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